A lo largo de la historia, diferentes culturas han utilizado plantas sagradas para acceder y contactar con otros planos astrales, y utilizarlas como vínculo entre el mundo espiritual y el terrenal.
En el caso del pueblo wixárika esa planta es el peyote hikuri. Este peyote es un tipo de cactus utilizado con fines ceremoniales por los huicholes. Esta planta se considera un maestro espiritual y se personifica en la forma de un venado azul.
El principio activo del peyote es la mescalina, un alcaloide con fuertes propiedades alucinógenas. Por ello, es ilegal para los no wixárikas poseerlo o transportarlo.
La leyenda del venado azul huichol
Según una antigua tradición oral transmitida por los ancianos wixárika, hace mucho tiempo la región donde habitaban fue azotado por terribles enfermedades, sequías y hambrunas.
En respuesta, los venerables abuelos decidieron enviar a cuatro jóvenes a una excursión de caza; su tarea consistía en traer algo de comida para compartir con el pueblo. Los jóvenes representaban los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego.
Al amanecer, los jóvenes partieron con arcos y flechas. Los días pasaban y los jóvenes no encontraban nada que comer, hasta que una tarde salió de entre las flores un fuerte y hermoso venado. Para entonces los jóvenes estaban muy agotados, pero por amor a su pueblo y para tener algo que comer se lanzaron a la caza.
Tras una larga persecución sin frutos, el venado dejó en paz a los jóvenes para que descansaran. Al día siguiente, el venado reapareció frente a los jóvenes, que continuaron con su labor de caza. Sin darse cuenta, el venado había conducido a los jóvenes a Wirikuta (el desierto sagrado de los wixárikas en el estado de San Luis Potosí).
Cuando los jóvenes y el venado se encontraron cerca del cerro de la nariz, el venado huyó hacia el lugar donde vive el espíritu del mundo. Los cuatro jóvenes corrieron en dirección al venado, pero no encontraron rastro de él. Un poco más tarde, uno de los jóvenes disparó una flecha a lo que creía que era su presa, pero cuando se acercaron, encontraron un venado de peyote, que brillaba como una esmeralda al sol.
Los jóvenes, sorprendidos y desconcertados por esta experiencia, cortaron el peyote y partieron hacia la montaña Wixárika. Cuando regresaron a su pueblo, contaron la historia a sus respetados abuelos y les dieron las nuevas plantas. Los ancianos distribuyeron los cactus al pueblo para satisfacer su hambre física y su sed espiritual.
Hikuri, un alimento espiritual
Desde ese encuentro con el venado que los llevó al peyote, los wixáriki rinden culto al hikuri (peyote), que es un venado guía que los conduce al Gran Espíritu. Todos los años los huicholes hacen una peregrinación para cazar el venado azul y agradecerle que les permita a sus almas acceder al mundo invisible donde pueden curar sus heridas.
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